PERÚ: Promoviendo negocios sostenibles
En tiempos de protestas ambientalistas contra proyectos mineros y de otro tipo, se cree erróneamente que pueda existir incompatibilidad, por ejemplo, entre el bosque con la industria y el comercio de sus recursos. El bosque tiene diversos recursos que manejados adecuadamente pueden resultar rentables y beneficiosos para las comunidades que viven en las zonas de influencia, los productores y la población en general y, lo que es más importante, para el propio ecosistema. Para tener una idea de la magnitud de las riquezas de los bosques en la región andina, el área boscosa es de aproximadamente 207 millones de hectáreas y alberga una gran biodiversidad, que permite crear condiciones ambientales y sociales para una variedad de sistemas de producción. Estos recursos son utilizados de épocas ancestrales por las comunidades que habitan la región, con fines de autosustento, rituales y culturales, pero también lo hacen en muchos casos con un objetivo comercial para obtener ingresos extras. Entre los recursos más comunes que ofrece el bosque se encuentran la madera, resinas, plantas, raíces, animales, aceites, colorantes, frutos, entre otros, que sirven como alimento, medicinas, utensilios o son usados en rituales o actividades costumbristas. Sin duda, estos recursos pueden y deben ser aprovechados, pero de una manera sustentable y, sobre todo, que obtenga el valor que realmente representa en el mercado. Diversos proyectos de organizaciones no gubernamentales, entidades del Estado y emprendimientos privados responsables dan cuenta de la posibilidad de hacer un buen negocio, conservando el medioambiente al mismo tiempo. Para citar un ejemplo, la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) desarrolla desde el 2002 diversos proyectos de emprendimiento empresarial integrando a las comunidades indígenas, las autoridades y la empresa privada, fortaleciendo las capacidades de los pueblos indígenas para el aprovechamiento sostenible de los bosques e impulsando las buenas prácticas forestales en los concesionarios privados. El objetivo es darle valor agregado a los productos forestales maderables y no maderables, y vincularlos al circuito del mercado para finalmente mejorar el nivel de vida de la población de las zonas de influencia y conservar los bosques. De esta manera, se cambia el estado de desigualdad y exclusión de los pueblos originarios que habitan los bosques y zonas adyacentes convirtiéndolos en protagonistas y socios de las actividades económicas que se realizan en sus territorios.